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Melissa Bertoch

4 hace años que

Las palabras no pueden expresar la gratitud que si...

Las palabras no pueden expresar la gratitud que siento por el personal, los padres y los niños con los que estuvimos en contacto mientras mi hija estaba en LifeLine; literalmente, fue nuestro salvavidas. Nuestras experiencias nos han unido para siempre a algunos de nosotros. Si no fuera por este programa, no sé dónde estaría nuestra familia. Pudimos liberarnos de ciclos insalubres. Obtuvimos herramientas que ayudaron a todas las personas de nuestro hogar. Fue una experiencia muy humillante para mí identificar que yo era un gran contribuyente a la depresión y adicción de mi hija.

Decidir enviar a su hijo a un centro de tratamiento es una de las cosas más difíciles que pueden hacer los padres. Seguí pensando, "¿Cómo sé que estará a salvo?" Lo primero que me llamó la atención fue mi interacción con Katye y Shane. Mostraron tanta compasión e inmediatamente tomaron medidas para generar confianza. Cuando Katye me aseguró que abrazaría a mi hija cuando yo no pudiera, sentí un gran alivio. Ella fue paciente con nosotros en nuestro recorrido y agradeció nuestras preguntas. Shane se conectó con nosotros y nos dio seguridad a través de sus acciones, no solo con sus palabras.

El personal nos mantuvo informados sobre el progreso de nuestra hija con regularidad. En esas raras ocasiones en las que teníamos una inquietud, se escucharon nuestros comentarios y se tomaron medidas para resolver el problema. Fueron abiertos y honestos con los padres y siempre transparentes en sus tratos. McKenzie, su terapeuta, fue increíble. Ella presionó a mi hija de una manera que ningún otro terapeuta lo había hecho. Ella nunca la dejó evitar temas difíciles y la ayudó a ver que era lo suficientemente fuerte para lidiar con ellos.

El seminario para padres es una de las partes más difíciles pero gratificantes del programa. Pudimos experimentar una muestra de lo que estaban pasando nuestros hijos. Nos unimos a otros padres. Aprendimos sobre el poder de las conexiones y la vulnerabilidad. Esta parte del programa fue probablemente la más reveladora para mí personalmente. Identifiqué fácilmente los comportamientos que contribuían a la adicción de mi hija y obtuve herramientas para cambiar esos comportamientos. Me ayudó a sentir empatía por ella. Dicho esto, no puede esperar dejar a su hijo y experimentar un milagro si USTED y su hijo no hacen el trabajo. Asistir a las reuniones de padres y a la terapia es fundamental si desea ver un cambio duradero. De hecho, ¡extraño las reuniones de padres!

Cuando recuerdo el año pasado, sonrío. El año pasado, en esta época, estábamos perdidos en el caos y haciendo nuestro mejor esfuerzo para celebrar las fiestas sin nuestro hijo. Hoy puedo decir sin lugar a dudas que valió la pena renunciar a una Navidad con mi hijo. La estructura y seguridad que nos dieron a todos nos ayudó a cambiar nuestras vidas. Un año después, está trabajando en LifeLine y ayudando a otros con luchas similares.

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